El otro día fui a ver Viaje al Centro de la Tierra en 3D (por cierto, muy bien acompañada) y la disfruté como loca. Es lo que según yo deberían ser las películas: dos horas que te atrapen, sacuda, asusten, intriguen, y al salir del cine te dejen con una sensación agradable.
Con estos antecedentes, se adivina que no me gusta mucho el "cine de autor" o "de arte" pa' metáforas o complicaciones metafísicas tengo mi vida y mi chamba y mis broncas existenciales.
Con los libros, mi relación es distinta porque no son tan efímeros: no son 50 pesos por dos horas. Ahora, soy una regular consumidora de best sellers, aunque me considero una lectora exigente, o tal vez por eso mismo. Hay momentos (generalmente en vacaciones) en que tengo ganas sólo de tumbarme y leer un rato, sin tomar notas o asimilar conceptos y relaciones. Claro que hay níveles: del El Ocho y El Evangelio del Mal (no recomendables salvo en caso de severa obstrucción cerebral) a Los pilares de la Tierra o La Catedral del Mar hay un buen trecho de calidad y oficio, si bien la intención sea más comercial que intelectual.
Lo que me queda claro es que ya me curé del farolismo intelectual de antes-muerta-a-que-me-vean-con-un-best seller. Pos sí. Los he leído y los disfruto. ¿Y qué?
Y lo seguiré haciendo. Nada más saludable que recuperar la relación de un niño que sólo lee por placer y si le gusta, lo devora y si no, lo deja y aquí no ha pasado nada. Antes de saber de autores y títulos consagrados.
Lo mismo pasa con las películas, más inmediatamente tal vez; pero el principio debería ser siempre el regocijo y no el prestigio. Claro que si los dos se combinan, no hay nada que lo supere.