viernes, 17 de octubre de 2008

Con "M" de Murphy

Para MISS, aunque me mate.

Trabajo desde hace más de 2 años con M. Se trata de una mujer ultra organizada, over achiever desde siempre (la típica que en kínder no se salía de la raya) y tiene una "mano de auditor" que da miedo: encuentra el 1.5% de error en todos lados; es tan así que cuando le he llegado a detectar un error (pocas veces), hasta me siento culpable.
Es como su karma: le toca detectar errores y defectos en todo. Por eso la apellido Murphy, en honor a la super sabia y super saludable Ley de Murphy, más inexorable que la Ley de Gravedad.
Sólo que con M. es "Si algo puede salir mal, M. lo notará", "Si puede salir mal más de una cosa, saldrá mal la que más afecte a M.", "Si M. no te vió (cometer un error), le brincará cuando más daño cause".
Corolario: Estoy feliz de estar de su mismo lado. Como adversaria es formidable.

viernes, 3 de octubre de 2008

Del caos...

Si bien hace más de un año me salí de casa de mis padres y hace 7 meses me cambié a un lugar sin problemas de agua, no fue hasta hace unas semanas que me decidí sacar mis libros y, sobre todo, mis papeles, que se acumulaban desde hace años mal clasificados y peor mantenidos.
Si por algo no quería meterme en ese berenjenal.
Total que con ultimátum a cuestas, me conchavé a la Felisberta y al nunca poco bien ponderado A. (Chikilicuatre pa' los cuates) para cargar libros y papeles: 11 años.
Con desidia y a trompicones he revisado los papeles, tirando la gran mayoría a la basura, rescatando 2 o 3 joyas.
Es interesante cómo cada cosa me recuerda momentos, personas, intereses o etapas que me hicieron guardar tal o cual cosa. Otras, de plano sólo me dejan con la duda de "¿qué estaba pensando?".
Pero lo más sorprendente es cómo el azar, el caos, la coincidencia o vayan ustedes a saber qué, me ha llevado a encontrar textos que en su momento leí y no es hasta ahora que descubro su real significado y magnitud. Otros son testimonios de mis radicales y profundos cambios.
Hay de todo: notitas subrepticias en clase, chistes privados, poemas dedicados en momentos de alta vulnerabilidad, algunos pocos mails que quise guardar, recuerdos de viajes lejanos e inolvidables, planes de futuro (que no es por presumir, pero se cumplieron en un 90%), viejos trabajos de la universidad que me hacen sonrojar, reír o, en algunos casos, sentirme orgullosa.
No sé si es cierto que el caos externo y el interno están relacionados, lo que sí es claro es que, con la edad, uno aprende a desprenderse de cosas, es como si con los años, la madurez y la distancia, se pudieran valorar realmente las cosas (los recuerdos, si han de significar algo, quedarán), las preocupaciones, los amigos, la familia.
No importa que 11 años de mi vida se hayan ido directo, sin escalas y contemplaciones al reciclaje, ha sido una buena recopilación de las situaciones, personas y decisiones que me hicieron lo que hoy soy.
Y no, no me arrepiento de nada.